Es tarea ingrata tener que leer a nuestros coros y danzas cómo elogian la unidad ciudadana y política en Estados Unidos tras el atentado de Boston. Y lo es porque en España, tras el salvaje atentado del 11-M de 2004, pasaron cosas que es difícil, muy difícil olvidar para quienes las vivieron o las vivimos. Lo peor fue ver cómo José María Aznar, entonces presidente del Gobierno, corrió al teléfono para mentir a los directores de periódicos -para que su vez mintieran a los ciudadanos- asegurando que tenía pruebas incontestables de la autoría de
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