La decisión de Dios de presentarse en la Tierra precisamente en Palestina y precisamente en aquel tiempo no revela una cordura demasiado divina. Si lo que quería era dar un mensaje a la raza humana, le habría salido más a cuenta esperarse a nuestros días: lo habría podido transmitir por la CNN (...) (Y) ¿por qué hacerlo sólo una vez? (...) Un Cristo cada década, dedicado a multiplicar los panes y los peces y a fabricar vino en las bodas, resucitando muertos por aquí y por allá, aseguraría nuestra fe hasta el límite de lo imposible...
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