Las dos clases de gente

Hay dos clases de gente: la que te llena y la que te vacía.

Hay personas que comparten contigo su tiempo y, cuando los dejas, sientes que te han llenado, no siempre de lo que tú quisieras, vale, pero te han llenado. Te han hablado de motos, que te importan un pijo, o de fútbol, que te importa tres pijos, tres, pero te han llenado. Algunos, los menos, te han aportado una idea en la que pensar, o una sonrisa, o simplemente un buen rato que apuntar en ese saldo que nos llevaremos al estrato de silicato que nos integrará en su colorido seno. Algo es algo.

Hay en cambio otra gente que, cuando se marcha, te deja la sensación de que te han vaciado. Gente que, sin pretenderlo, te ha quitado las ganas de algo, o la alegría, o te ha utilizado como urinario donde desahogar su mala digestión emocional. Son los putos sembradores de desalientos, esos cabrones. O los ingratos profesionales que no son capaces de apreciar ni lo que tienen ni lo que disfrutan. Cuando son creyentes, son desagradecidos con Dios, y cuando ateos, desagradecidos con el Mundo y hasta con la Carne.

De todas las bisagras que dividen el mundo y las personas que nos rodean, o con las que nos rodeamos, pocas distinciones hay más importantes que esta: los que te llenan y los que te vacían.

El problema, para mí, es que la vida pública se está poblando cada vez de más gente del segundo grupo. Es difícil entrar en un foro o una red social y encontrar algo más que gente dispuesta y decidida a cabrearte, a decirte que esto o aquello no vale la pena, cínicos que están de vuelta sin haber ido nunca a ninguna parte, aspirantes a ministro o a juez. Sobre todo a juez, y sin límites. Jueces del presente, del pasado, del futuro, vendedores de moralinas, catecismos y penitencias que te persiguen con sus monsergas laicas, como frailes exclaustrados de algún puticlub con pretensiones de templo.

Y con gente así, qué le vamos a hacer, es mejor juntarse con el grupo de los que hablan de fútbol, de tetas y de motos. Porque te llenan de mierda, vale, pero te llenan.

A tomar por culo los vampiros de las horas.

A tomar por culo.