El ilustre periodista criticaría el juancarlismo, ese sistema recalcitrante con reminiscencias feudales de un rey furtivo que sale de cacería de elefantes y a veces de alguna que otra elefanta, un monarca que tiene un nieto bala perdía, un yerno amante del yeso para alicatar sus tabiques nasales y otro duque que llena su palma jugando al talonmano. Con todo este real panorama, Larra se pegaría otro tiro por España. Al fin y al cabo cambian los tiempos, pero no cambian las personas.
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