Ya desde tiempos remotos se crearon artefactos capaces de achicharrar bonitamente a los enemigos para, además de hacerlos sufrir con saña bíblica, sembrar tal pánico entre los que salían ilesos que optaban por poner tierra de por medio. Ya los bizantinos idearon como lanzar chorros de su temible fuego griego, pero tras un lapso de varios siglos fueron los germanos, como no, los que retomaron la idea de calcinar al personal con armas ígneas. Veamos como fue la cosa...
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