La SGAE pasa por uno de los momentos más delicado de su historia. Su imagen pública está sufriendo un daño incalculable. Cada vez más gente la identifica con subvenciones millonarias a artistas multimillonarios. Y, para inflamar aún más la indignación popular, todas las semanas surgen nuevos ejemplos de su voracidad recaudatoria, que alcanza a las residencias de ancianos, los conciertos benéficos... [...] Y si la batalla de la opinión pública pinta mal, la SGAE tampoco puede buscar consuelo en los tribunales. [...]
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