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La muerte blanca

Curiosamente, aunque sucede en un clima frío y amargo, la muerte blanca es dulce y cálida. Así le dicen a la muerte de alta montaña: un pequeño sopor producto del cansancio, un pestañear de ojos después de la asfixiante caminata, un reposo sobre una piedra demasiado cómoda, generalmente más arriba de los seis mil metros de altura, bastan para envolverlo a uno en la manta blanca de la nieve, entre la ausencia de oxígeno dentro de las venas, y dejarse llevar hacia el otro mundo. Uno no puede solo contra la muerte blanca.

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