Mas de setenta años después del golpe de estado que truncó los sueños de una joven republica española, miles de cadáveres de los represaliados por el bando fascista aún permanecen bajo tierra, sin identificar, enterrados en las cunetas de carreteras cercanas a los pueblos en los que se desató la barbarie. Como ha señalado en otras ocasiones Paco Etxeberria, se da la circunstancia de que la mayoría de las fosas ya localizadas estaban donde triunfó la sublevación desde el principio: ahí no hubo guerra. Son auténticos asesinatos en retaguardia.
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