La siembra de odio realizada por la extrema derecha durante casi tres años empieza a recoger sus frutos. De la violencia verbal que extiende a diario la radio de la Iglesia y demás tropa política y mediática, ya hemos pasado a la violencia física. Imagino que todos aquellos que condenan con contundencia la Kale Borroka (entre los que por supuesto me encuentro), también mostrarán un enérgico rechazo a la Kope Borroka de Alcalá de Henares, donde la sede del PSOE fue atacada con cócteles molotov.
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