¿Ocho euros por una cerveza? La sorpresa y la incredulidad del turista escocés se transforman en estupor –o directamente en pánico– cuando el camarero le confirma, con un gesto despectivo, que la factura no está equivocada. Este es el precio de una caña en una terraza de los Campos Elíseos. Y este es el momento en que el encanto y la magia de París se deshacen como un azucarillo en un café, a siete euros en algunos bistrots del Fauburg Saint-Honoré o de Saint Germain-des-Prés.
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