c&p-El mundo ha sentenciado a las bolsas de plástico mientras en España nos resistimos a pagar por ellas o a sustituirlas por otras sin impacto ambiental.Los grandes cambios se consiguen con gestos cotidianos. Nuestras abuelas arrastraban el carrito en su periplo matinal del ultramarino a la pescadería. Hoy se va de compras con las manos vacías: los supermercados suministran bolsas sin fin. En el mejor de los casos, se reutilizan para basura; en el peor, acaban en la panza de un delfín.
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