El Salvador está a un paso de convertirse en el segundo país latinoamericano en el que desaparecen todas las lenguas indígenas. Las estimaciones más optimistas cifran en 300 los hablantes de nawat, casi todos analfabetas y con un promedio de edad en torno a los 60 años. ¿Se puede evitar lo que parece inevitable? Un pequeño grupo de entusiastas cree que sí, y acaban de poner en marcha un proyecto llamado Cuna náhuat, con el que esperan garantizar el relevo generacional.
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