Bajando la colina del barrio de Cihangir, en Estambul, había un gran puerto en la época otomana. Barcos de todo el mundo llegaban allí, y a bordo de esos barcos, los marineros llevaban gatos para ahuyentar a las ratas. Cuando comenzaban a descargar las mercancías que traían, los gatos bajaban pensando que habían llegado a su destino y se subían a lo alto de la colina. Luego el barco partía y los gatos se quedaban en Cihangir, por eso, desde entonces, hay gatos de todo el mundo viviendo en Estambul.
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