En la Escuela Judicial, ese lugar donde se prepara a los jueces neófitos para su futuro oficio, circula el chascarrillo de que “por encima de todos está dios; por encima de los jueces, ni dios”. En el caso que nos ocupa y preocupa estos días del presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Joder Pudicial, Carlos Dívar, no está muy claro el papel de los dioses y de los jueces, y cuál de ellos está de jefe.
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