A Esperanza Aguirre no le gustaban los arquitectos. “Habría que matarlos (...) sus crímenes perduran más allá de su propia vida”, dijo cuando era presidenta regional. Cuando la expresidenta regional descubrió que en el hospital de Puerta de Hierro, en Majadahonda (Madrid), estaba contemplado que las habitaciones fueran dobles, no le gustó: las estancias, en su opinión, debían ser individuales. Y así se hizo: se retiraron 135 camas. Ocurre que la Comunidad siguió pagando más de un millón de euros al año por ellas durante casi una década.
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