Un agente de la Guardia Civil se enfrenta a una pena de dos años y cinco meses de prisión por dar positivo en alcohol después de tener un accidente con el coche patrulla estando de servicio por Vilalba. El acusado se negó a soplar para la prueba de alcoholemia, por lo que se utilizó su analítica para determinar la tasa en sangre. El agente negó haber conducido bebido y atribuyó el positivo al güisqui que bebió mientras esperaba en urgencias. El coche oficial sufrió daños por 30.000 euros.
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