“La obra del cortijo, señoría, me ha costado poco dinero porque la piedra es de allí. Yo mismo he recogido todas las piedras de la obra, y lo mismo cojo el tractor y labro que hago cualquier otra cosa. En mis ratos libres siempre voy allí a trabajar. Lo he ido haciendo poco a poco, con ayuda de una persona y de mi hermano. La mano de obra me ha costado solo 3 ó 4 mil euros, que los he pagado a una empresa de Laroles llamada Los Laureles (…) el cortijo lo compré con los iguales”.
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