Hay condenas judiciales absurdas que, se miren por donde se miren, no tienen mucho sentido. La última de ellas se ha dictado en Sao Paulo (Brasil), donde un juez ha puesto a un mendigo bajo arresto domiciliario por un delito de robo. Lo realmente absurdo es que este indigente se enfrenta a una pena de cárcel si incumple la orden del juez de prisión domiciliaria aunque, obviamente, no tiene casa.
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