La contaminación, el escaso caudal, las reservas hídricas, especies invasoras como el mejillón cebra y las condiciones meteorológicas sitúan a las cuencas del Júcar y del Segura entre las más perjudicadas de toda la Península Ibérica. La situación actual obliga a sus responsables a aplicar una estricta gestión de los recursos para garantizar la conservación de la fauna y flora de ambos ecosistemas y el abastecimiento de las necesidades hídricas de la población.
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