Roma no paga traidores. Garzón no tiene quien le defienda. Tras tantos y destacados servicios prestados a los dos grandes partidos, GAL y Gürtel, ninguno le echa una mano cuando tiene que hacer frente a la conspiración de las togados (..) El hombre que veía amanecer, como se le denomina en una biografía autorizada, ve su ocaso por haberse tomado en serio una Ley de Memoria Histórica que no era más que un brindis al sol de la beatiful.
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