Alemania y Reino Unido son las dos caras de una misma moneda: la de la emigración española forzada por la crisis. Pero con notables diferencias. Mientras Alemania desea la llegada de jóvenes extranjeros, Reino Unido pretende frenar una tendencia que se ha disparado. Mientras el Gobierno de Angela Merkel necesita cubrir 800.000 puestos de trabajo, las intenciones de David Cameron se ven comprometidas con la llegada, en un año, de 25.000 españoles –un aumento del 85 por ciento– que se incorporaron a la Seguridad Social británica.
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