Cantan flamenco a pleno pulmón, ante el silencio del resto del vagón. Un amigo les graba. Miran a cámara mientras cantan y gesticulan. Cuando uno de ellos se cansa, se dirige al que graba, empieza a insultar y saca una navaja. En ese momento, todos los menores hacen lo propio y exhiben sus armas blancas para intimidar. Cuchillos, navajas, destornilladores… todo un arsenal.
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