Luego de casi un siglo, desde que se implantó la jornada de ocho horas, la productividad de los seres humanos se ha cuadruplicado o quintuplicado, como resultado del avance de la tecnología. En los últimos 20 años, la revolución de la informática ha permitido duplicar la productividad. Eso significa que usted, yo y todos los trabajadores del mundo estamos produciendo cada vez más. Pero ese fabuloso aumento de nuestra producción no beneficia al ser humano, sino solamente al capital, que busca obtener con ello más utilidades.
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