John Carpenter tiene pinta de pasar las tardes sentado en el cobertizo de un rancho masticando tabaco del tamaño de un ladrillo y efectuando algunas pausas eventuales para mear whisky, intervenir a algún vampiro a corazón abierto o enviar las botas de viaje rectosigmoidoscópico a través de anatomía alienígena.Y de quemar el resto de la víspera del día tocando el banjo a muerte. En su rancho. Su rancho en Marte.
|
etiquetas: john carpenter , fantasmas , vampiros , cine