Mientras el Gobierno respalda la actuación de la Policía y las detenciones de los 'indignados', el equipo de Rubalcaba marca distancias con respecto a la postura oficial ante los incidentes de la JMJ y reparte culpas acusando también a los jóvenes católicos de "provocar". Son conscientes de que la única forma de evitar una debacle electoral el 20-N es cultivando el voto de los “indignados”, que llevan tiempo movilizándose contra la visita de Benedicto XVI y culpando al “Estado y al Gobierno” de financiar “con dinero público” la JMJ.
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