A veces uno llega a pensar que nuestros obispos se olvidan de la referencia al Evangelio de Jesús. Y no es que pretenda darles lecciones de nada. Pero sí recordarles que Jesús era pobre. Nació pobre. Sus amigos eran pobres: pescadores y gente sencilla del pueblo, aunque su mensaje estaba abierto a todos los que quisieran seguirlo. Él mandó a sus discípulos a evangelizar y “les ordenó que no llevaran nada para el camino fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran con calzado corriente y con un solo manto”. (Mc 6, 8-10).
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