Cuando los veteriarios del zoológico de Tulsa, Oklahoma, recibieron a Amali, una jirafa hembra de cinco años, no podían creer en el estado en que estaba: el animal se había "abollado" durante su viaje aéreo desde el santuario donde vivía, en el estado norteamericano de Ohio. Ahora, temen que no pueda recuperarse y que su largo cuello quede torcido de por vida.
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