Sin las cámaras, Jade Goody no habría pasado de ser una mujer histriónica, analfabeta y repelente, quién sabe si condenada a la delincuencia o la clandestinidad. Fueron las cámaras las que la rescataron de su vida de Cenicienta y pusieron al alcance de su mano un futuro de dinero fácil y popularidad...
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