El ministro italiano de Interior, Giuliano Amato, barajó, como medida para luchar contra la prostitución en ciertos lugares, la posibilidad de multar a los clientes con sanciones no recurribles y hacer llegar a su domicilio la notificación. A los clientes les amenazó con una multa, que no se pueda recurrir, y "con una notificación que llegue a casa del directo interesado". Amato reconoció que en él había "una pizca de maldad" hacia esos clientes.
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