Irak es una guerra perdida, como la de Afganistán. Comenzó con las mentiras sobre las armas de destrucción masiva y aquella patética representación de Colin Powell en el Consejo de Seguridad. Se vinculó al dictador Sadam Husein con el 11-S y Al Qaeda. Todo era falso; una cortina de humo para ocupar un país rico en petróleo.
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