Quizás con la bola de cristal fuera de cobertura, tanto Rubalcaba como, después, Zapatero, aseguraron que la medida de reducción del límite de velocidad a 110 kilómetros por hora serviría para ahorrar combustible, contaminar menos y salvar vidas. Las dos primeras cuestiones, a la fuerza ahorcan, se responden, desde varios meses antes antes del extraño decreto de los 110, por el precio de los combustibles, que ha hecho descender su consumo un 10%, según la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio.
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