“Este trabajo es vocacional, muy satisfactorio, siempre lleno de retos… Pero a veces sí que me desmoralizo. Veo mal mi supervivencia como investigadora. En un par de años tendré que abandonar la ciencia, reinventarme y buscar otro trabajo. El Gobierno tiene que darse cuenta de que si se paraliza o se destruye el sistema, luego se tarda una década en reconstruirlo y, mientras tanto, los investigadores en otros países nos pisan el terreno”.
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