El Programa Sputnik demostró que al menos en astronáutica (un campo con inmediatas y obvias aplicaciones militares) los soviéticos estaban por delante de los estadounidenses. Lo cual causó un profundo choque emocional en los Estados Unidos, seguro y orgulloso hasta entonces de su supremacía tecnológica, que debió enfrentarse a la idea de ser el segundo. Hoy vivimos en el mundo creado por las repercusiones de aquel impacto, entre las cuales se encuentra el lugar donde me lee. Internet es, de modo improbable e indirecto, hijo del Sputnik.
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