Los que me conocen saben que para contar alguna batalla periodística de mis años de mochila y cámara de fotos al hombro, suele ser necesario que antes me haya tomado algunas copas. Nunca me ha sido fácil contar historias cual abuelo cebolleta, quizás porque en el fondo la modestia se apodera de uno en medio de tanta inmodestia e ínfulas que pululan por el mundo 2.0 a diario...
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