El proceso fue incómodo. Terminas medio en cuclillas, medio doblado, expulsando desechos dentro de la bolsa, y mientras lo haces, puedes sentir cómo tu dignidad se escapa junto con todos esos desperdicios. Por suerte, la gravedad ayudó a minimizar el contacto de esos desechos con mi cuerpo después de que salieran de mi trasero, pero puedo entender perfectamente cómo en una situación de gravedad cero esto se pueda convertir en un problema.
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