Los testimonios de los hinchas del Liverpool, que además salieron derrotados de la final, hablan por sí mismos. Jade Pearce y su hijo Maxwell, de 11 años, fueron dos de los ingleses que se quedaron bloqueados a la entrada del Stade de France mientras la policía intentaba dispersarles lanzando gas lacrimógeno. "Me dijo que se quería morir, que no quería estar allí más", relata en el 'Daily Mail'. Tenían entradas totalmente legales y se habían gastado más de 1000 libras entre el viaje y los tickets, pero no vieron nada del partido.
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