Parece cada vez más claro que la intervención humanitaria y la cooperación al desarrollo no es cosa de un Ministerio de Defensa. La intervención militar será siempre el último recurso y la parte humanitaria debe estar bajo control civil. Las fuerzas armadas deben ser colaboradores, y nunca actores humanitarios. La ayuda “parece más orientada, en ocasiones, por criterios de política exterior o popularidad mediática que por necesidades reales de las poblaciones".
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