Dos psiquiatras atendian -cada uno hora y media diaria- a más de 1.700 locos. El administrador y el equipo directivo sustraían la mayor parte del dinero destinado a la alimentación de los internos. Explotaban a los locos haciendo que trabajaran para empresas de las inmediaciones a cambio de un salario mínimo. Fue parte de la realidad del manicomio de Conxo (A Coruña) durante más de 60 años.
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