En el imaginario rockero, al manager se le atribuyen cualidades mefistofélicas y capacidad para las mayores maldades. La fábula dice que a Otis Redding y a Jimi Hendrix les asesió su manager porque iban a dejarlo tirado. El manager de Elvis iba a un 50% con él y lo empujó por un barranco cinematográfico, dinamitando sus posibilidades como actor y menospreciando su faceta musical. Allen Klien se apoderó de las grabaciones de Sam Cooke y los Rolling Stones y lo intentó con las de los Beatles.
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