Muchos no saben que la placa de inducción de su cocina empezó a gestarse hace treinta años en la imaginación de un físico español, que probó su primer prototipo con unas onzas de chocolate en la tienda de ultramarinos de sus padres, en La Bañeza (León). Esta semana, la empresa BSH, antigua Balay, ha conmemorado la fabricación 5 millones de estas placas en su planta zaragozana de Montaña.
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