Tras las medidas tomadas por Hungría con su impuesto sobre las hamburguesas, Francia, con su impuesto sobre los refrescos y Dinamarca, que ha instaurado un gravamen sobre todos los alimentos cuyo contenido en grasas saturadas supere el 2’3%, obligando a sus ciudadanos a pagar 2,16€ de impuestos por cada kilo de grasa a partir de este mes de octubre, Reino Unido y Nueva Zelanda se plantean unirse a la lista de países con este tipo de impuestos.
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