Cuando decidimos que una fotografía merece la pena tenerla en papel, para enmarcar o cualquier otro menester,y queremos imprimirla en nuestra impresora nos damos cuenta de que el resultado esperado en el papel no es igual a lo que estamos viendo por nuestro monitor. Entonces la desilusión se apodera de nosotros y una frustración recorre nuestra mente inquieta.
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