Ser asalariado en España significa llevarse una ración cada vez más pequeña de la riqueza nacional. Los salarios han perdido terreno hasta situarse en mínimos históricos mientras que las rentas empresariales ganan décimas. Es un fenómeno mundial, fruto de la globalización, que se ha acentuado en España en los últimos años por la incorporación de inmigrantes al mercado laboral en los estratos peor remunerados. La consecuencia es una baja productividad, derivada también de la reducida inversión en capital tecnológico por parte de las empresas.
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