El niño de 9 años yace en una cama de hospital, cuya sábana, manchada de sangre, está cubierta de hormigas. El menor tiene la mirada fija en la pared. El pastor de la iglesia a la que asiste su familia lo acusó de ser brujo, y su padre trató después de obligarlo a tragar ácido como parte de un exorcismo. El ácido se derramó en el forcejeo, quemando el rostro y los ojos del niño, que apenas tenía fuerza para musitar el nombre de la iglesia que lo había denunciado: Faro del Monte Sion.
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