El lenguaje, esa sutil herramienta, puede ser tan deslumbrante como perverso. Ejemplos existen por doquier. Uno de ellos, particularmente demostrativo, campea repetidamente por entre miles de textos y apuntes médicos, farmacológicos, quizás no tanto biológicos. Pero quién sabe. La biología todo lo ocupa. ¿O era la física? ¿O la química? Me refiero al concepto o término idiopático, que refererido a una enfermedad, se define como “de causa desconocida”, pero no me negarán que el término de una elegancia y discreción mayúsculas.
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