Nadie parecía presagiar este escenario el 24 de enero de 2011, cuando Rafael Sánchez-Lozano, consejero delegado de Iberia, tocaba simbólicamente la campana en la Bolsa de Madrid el primer día de cotización de IAG. La operación había sido de libro para los intereses españoles. Tres años después, Iberia ha pasado de ser la gran triunfadora de la fusión con British a convertirse en la parte más debilitada del holding IAG tras el desguace de algunas de sus actividades más estratégicas.
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