La normativa entró en vigor hace dos semanas. Obliga a los indigentes a irse a centros de acogida pero no hay plazas para todos. Las penas crecientes comienzan con una advertencia y una multa de 500 euros. Pese a la amenaza, un grupo de tres vagabundos en una de las calles de Budapest cercanas a un centro comercial, no parece por ahora estar preocupado: "Los policías nos piden que nos vayamos, pero buscamos algún lugar en las afueras y allí no nos encuentran" (...) él nunca acudiría a los centros, allí solo hay "mal olor, robos y desorden"
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