El rechazo del ministro del Interior, Gérard Collomb, a manterse en el puesto, como le exigía su jefe, es un golpe demoledor para el presidente francés, que apenas hace un mes veía cómo su ministro más popular, el ecologista Nicolas Hulot, dejaba el gabinete sin avisarle, al amanecer, en directo en un programa de radio. Para Macron, que vive sus momentos más delicados desde el inicio de su mandato, hace 16 meses, es un nuevo mazazo, tras el portazo de Hulot, pero en el caso de Collomb es más hiriente.
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