Fue por venganza. Francisco M., de nacionalidad italiana, estaba cansado de esperar que su jefe le pagase. Al no recibir su dinero decidió que no iba a quedarse de brazos cruzados. Él no iba a cobrar pero al menos tendría su recompensa en forma de venganza. El pato lo pagó el coche, un Hummer nuevecito que dio con sus ruedas en el fondo del mar.
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