¿Tu salario es una apenas te permite subsistir y queda muy lejos para ti un proyecto para formar una familia, tener una vivienda decente, y poder disfrutar de la vida?
¿Tu contrato dice que trabajas 40 horas semanales pero lo normal es que trabajes 60, 70, 80 o más, GRATIS?
Si tienes hijos, ¿no es cierto que entre semana apenas los ves, o cuando llegas a casa ya están en la cama, y pasan los años viéndolos crecer sólo durante los fines de semana (si no tienes trabajo atrasado)?
Hablando de fines de semana, ¿dirías que apenas puedes olvidarte de tu trabajo durante ellos porque tienes que "adelantar" para el lunes o hacer eso que "tienes pendiente"?
Mientras que en un trabajo normal, un cumple con su horario y se va a vivir su vida personal, en tu caso tienes que llevar a tu esclavizador personal, ese teléfono del cual no puedes desprenderte ni siquiera en tu vida privada, porque es necesario que prestes un servicio "que va en el cargo" o "es propio de este trabajo". A menudo tu disponibilidad en ese teléfono NO SE PAGA.
Tu vida es una sucesión sin fin de situaciones desagradables que tienes que aceptar y solucionar tú, como responsable de tu trabajo: caídas del sistema, fallos del servicio, actividades de mantenimiento fuera de horario normal, quejas de los clientes o usuarios, plazos imposibles de cumplir si no inviertes en tu trabajo muchas más horas de las que te pagan, prisas que no tienen ningún fundamento porque no suponen ninguna situación crítica en la vida real, salvo el prestigio de tu empresa o de tus superiores.
Posiblemente seas programador, consultor, administrador de sistemas, operador, analista, especialista funcional, técnico de seguridad informática, jefe de proyecto... uno de los muchos trabajos que mantienen los servicios informáticos que utiliza todo el mundo en pleno funcionamiento, y que se han vuelto imprescindibles en la sociedad.
Posiblemente uno de tus jefes alguna vez haya dicho la frase: "Nadie es imprescindible", probablemente pensando en él mismo.
Sin embargo, tú sí eres imprescindible. Tú, tus compañeros, los miles de personas que trabajamos en este sector corrompido y pisoteado.
Cuando nuestros superiores piensan que no somos imprescindibles, tienen en mente que abriendo el cajón y llamando al siguiente tipo que encuentran en un CV olvidado pueden cubrir tu puesto. Pero no es cierto. Tu trabajo no lo puede hacer cualquiera, ni siquiera alguien que conozca la técnica, porque existe un conocimiento adicional que no se valora: el entorno, las personas que trabajan en él, las circunstancias de cada caso, las excepciones, las rarezas, todo eso que tú conoces bien y que no es fácil transmitir.
Tu trabajo, el mío, el de todos, es imprescindible. Si no lo hacemos, los sistemas simplemente se paran. Los proyectos no se hacen, los programas fallan, todo deja de funcionar: bancos, líneas aéreas, servicios públicos, transportes terrestres, medios de comunicación, fábricas, empresas de servicios, hipermercados, distribuidores, envasadores de alimentos, compañías de suministro de energía... TODO.
El sistema tiene el dinero, pero nosotros tenemos el PODER. Tenemos las espadas y fusiles virtuales, que son nuestros cerebros, nuestras manos, nuestros ordenadores. Sin ellos, las empresas no funcionan. Es increíble, pero no se dan cuenta de que son gigantes sostenidos por un ejército de cerebros que un día puede decidir dejar de aguantar su peso.
Ya ha llegado el momento de pararnos y de hacer que comprendan que no somos un grupo de esclavos al servicio de los intereses de otros. Queremos que nos paguen por nuestro trabajo lo que merecemos. Queremos tener vida privada digna. Queremos tener oportunidad de vivir como personas y no como hormigas de un sistema que nos utiliza como un recurso (recurso, ¿no te suena esa palabra?), personas fungibles que una vez reventadas a trabajar se sustituyen como piezas, como un tóner de impresora.
¿Podemos hacerlo? Sí, claro que podemos. Una huelga de unos pocos días paralizaría el país. ¿Te imaginas que nada funcionara durante una semana? ¿Te imaginas el despertar a la realidad de los dueños de las empresas, de los gobernantes, de los que ahora nos explotan sin piedad? ¿Te imaginas que tengan que arrodillarse para pedir que volvamos a nuestros puestos de trabajo?
Personalmente, no quiero a nadie arrodillado. Sólo quiero que me den lo que es mío:
- Un sueldo adecuado a las horas que trabajo
- Unas horas adecuadas para llevar una vida razonable, con tiempo para las actividades privadas
- El reconocimiento explícito de que nuestro tiempo libre es nuestro, y no será invadido por el trabajo nunca más.
Probablemente dé miedo hacer esto. Todos estamos dormidos, anestesiados, atemorizados. Probablemente pienses que no trabajar durante cinco días puede causarte problemas, la ruina, un descalabro económico.
Pero piensa que hemos llegado al límite de lo soportable. ¿Vas a seguir entregando tu vida, los años que pasan uno tras otro, tu tiempo, el tiempo de tu familia, de tus hijos, de tu pareja, de tus amigos, tus alegrías, todo, a empresarios que cada año aumentan sus beneficios y siguen diciendo que estamos en crisis y cobramos demasiado? ¿De verdad quieres ser un esclavo ahora y para el resto de tu vida? ¿De verdad querrás pensar, el último día de tu vida, que la has entregado voluntariamente a alguien a quien no le importas nada?
Hagamos algo ahora, no hay tiempo para hacerlo más tarde.
HUELGA del 11 al 15 de diciembre de 2017 en el sector informático. SIN CONCESIONES.